El “Capitalismo Autoritario” en Nicaragua

El “Capitalismo Autoritario” en Nicaragua

Por David Parnelio
En un reciente artículo publicado en el London Review of Books, el filósofo marxista Slavoj Žižek sostiene que la crisis en la democracia global se debe a la incipiente pandemia del ‘capitalismo autoritario.’ Para Žižek, figuras aparentemente dispares como Mahmoud Ahmadinejad en Irán, Vladimir Putin en Rusia y Silvio Berlusconi en Italia, exhiben una estrategia desmoralizadora que combina el autoritarismo y la manipulación cultural. Así como “Putin combina el capitalismo con los ‘valores Rusos’ (exhibición de poder brutal), Berlusconi mezcla el capitalismo con los ‘valores Italianos’ (afectación cómica).” En otras palabras, ambos gobernantes utilizan los estereotipos de sus respectivas culturas para crear un mito que simultáneamente vulgariza el quehacer público y crea un ambiente de cinismo en todos los sectores de la población. Es una estrategia que ha llegado a Nicaragua en la figura de Daniel Ortega.

Desde su victoria en las elecciones del 2006 Ortega ha navegado entre dos corrientes desemejantes y hasta contradictorias. Por una parte mantiene el status quo de manera íntegra: pretende mantener el equilibrio macroeconómico, cumple con las exigencias del FMI y hasta busca el respaldo de un COSEP plegable y timorato. Al mismo tiempo, el Presidente Ortega ha presidido una verdadera catástrofe institucional al crear un gobierno monolítico y nepotista que invade todos los poderes del estado y busca mermar el delicado orden democrático. En el plano internacional, Nicaragua negocia con una comunidad internacional cada vez más impaciente, mientras se une sin reparos al proyecto demagógico y personal de Hugo Chávez en Venezuela. Es una situación que en cualquier otro país seria insostenible; un juego de malabares que a la vez oprime y distrae.

Todas estas ambigüedades se cristalizan en la figura o mito de Daniel Ortega. Así como Berlusconi representa el arquetipo del italiano irresponsable, mujeriego y gracioso, Ortega es el modelo negativo del nicaragüense: irrespetuoso, bocatero e impuntual. Desde su vestimenta sencilla, el presidente se presenta como la imagen del campesino mestizo y se convierte en la ‘auténtica’ identidad nicaragüense. Como consecuencia cualquier postura crítica en contra del gobierno—sin importar su procedencia—es atacada por ser ‘oligarca’ y ‘vende patria.’ A través de sus largas arengas desde tarimas enfloradas, su total desacato al protocolo establecido y respaldado por una laboriosa estructura mediática, Ortega se mercadea como el guardián de las ambiciones culturales, sociales y políticas de todo un pueblo.

Y es que la obsesión con lo mediático es una característica fundamental de esta nueva modalidad autoritaria. En su programa dominical Aló Presidente, Hugo Chávez monopoliza la conversación pública a la vez que ridiculiza su propia investidura. Desde epítetos a jefes de estado a canciones improvisadas, su discurso está diseñado para soliviantar y entretener a las masas que ven en Chávez a uno de ellos en el poder. Ortega, veloz aprendiz del modelo Bolivariano, utiliza medios radiales, televisivos y visuales que buscan cerrar los reducidos espacios de libre expresión y dominar la agenda diaria. Desde la perenne navidad y los rezos en las rotondas, a los ubicuos carteles con puño aguerrido, la imagen de Ortega adquiere connotaciones míticas: si el pueblo es presidente, Daniel es el pueblo.

Esta nueva ideología, claro está, tiene muchos antecedentes. Los dictadores Papa Doc y Rafael Trujillo en Haití y República Dominicana, respectivamente, eran maestros del control cultural y los libros de historia están repletos de líderes populistas con características similares. Sin embargo, esta combinación del mito personal con el status quo capitalista es algo nuevo. Su meta no es la apoteosis, como en el caso de Lenin o Mao Zedong. Más bien, lo que buscan Putin, Berlusconi y Ortega, entre otros, es crear un ambiente de zozobra y cinismo en el cual la corrupción y el autoritarismo se conviertan en facetas de la vida diaria.

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